“Apología de las mujeres” (1798)

Inés Joyes nunca perdió la vinculación con la lengua y la cultura de origen de su familia. Por ello, en 1798 tradujo del inglés la novela filosófica de Samuel Johnson: "El Príncipe de Abisinia". Como apéndice incluyó uno de los más importantes textos críticos sobre la condición de las mujeres de su época, "Apología de las Mujeres", dedicándolo a sus hijas. En ella se nos muestra como una mujer ilustrada, culta y conocedora de las nuevas ideas de la Ilustración, con un amplio bagaje de lecturas y una preocupación por la educación de la mujer y el papel que debía desempeñar en la sociedad.



jueves, 24 de marzo de 2011

Diferentes, sí; inferiores ¡no!


"Asignó Dios a cada sexo sus destinos, y conforme a ellos les dotó de aquellas propiedades que les convenían: al hombre le dio la fuerza, a la mujer la perspicacia... Pero de esto no se arguye desigualdad, pues no se halla en ninguna parte que prohibiese el que mandara soberanamente, pues vemos y se han visto en todos tiempos reinos gobernados por mujeres con mucho acierto y felicidad."

"Muchos hombres nos tratan o como criaturitas destinadas únicamente a su recreo y a servirlos como esclavas, o como monstruos engañosos que existen en el mundo para ruina y castigo del género humano. ¡Injusticia fuerte! ¡Notable desvarío! Digan los hombres lo que quieran, las almas son iguales."

jueves, 17 de marzo de 2011

Inés responsabiliza a la mujer de su situación en el mundo


"No puedo sufrir con paciencia el ridículo papel que generalmente hacemos las mujeres en el mundo, unas veces idolatradas como deidades y otras despreciadas aun de hombres que tienen fama de sabios. Somos queridas, aborrecidas, alabadas, vituperadas, celebradas, respetadas, despreciadas y censuradas... Me quejo de la injusticia de los hombres con nuestro sexo, porque a la verdad me sobran razones; pero también es cierto que nosotras, por no saber usar de las ventajas que nos concedió la naturaleza, nos hemos constituido en este infeliz estado."

"Sí, nosotras tenemos la culpa. Fuimos criadas para el noble destino de madres respetables de familia y esposas que con la afabilidad del trato ayudasen a sus consortes a llevar la pesada carga de los cuidados de esta vida, y aquellas cuyo genio y circunstancias separan del yugo del matrimonio están destinadas a conservar el buen orden en la casa de sus padres, hermanos y parientes, pues dificilmente se encontrará casa bien gobernada y arreglada que no lo sea por una mujer."